Para nadie fue
un secreto la lesión en la rodilla que sufrió el futbolista Falcao y por lo
tanto su ausencia del mundial de fútbol Brasil 2014. Lo que muchos no saben es
que un falso apóstol de Miami oró a la distancia por el deportista, días antes
de la cita orbital, su profecía fue: “ordeno ligamentos nuevos… 1, 2, 3 sano…
declaró la gracia sin precedentes para este mundial”. Todos conocemos el final
de esta historia, Falcao no participó en el mundial y la profecía fue una farsa. Tarjeta roja y expulsión para este falso profeta.
Las falsas
profecías han estado servidas a la carta en la historia. Charles Rusell,
fundador de los testigos de Jehová predijo dos veces fallidas la venida de
Cristo en 1874 y en 1914. El fundador de los mormones Joseph Smith, clamaba ser
un profeta de Dios, vaticinó en 1832 erróneamente que en no muchos días el sol
se ocultaría y la luna estaría bañada en sangre. Elena de White fundadora de
los adventistas, profetizó hace más de un siglo que Jerusalén nunca más sería
levantada, pero sucedió lo contrario, hoy es una gran ciudad. Benny Hinn
presagió incorrectamente para los años 90 la muerte de Fidel Castro y la
destrucción de la comunidad homosexual de EEUU. Ni que hablar de las profecías
de Nostradamus, las de los mayas y el fin del mundo o la transformación
radioactiva que un loco puertoriqueño prometió para el 2012 a sus fieles y el
ahora se encuentra muerto.
Se hacen llamar
profetas de Dios, pero realmente son adivinadores, clarividentes, nigromantes, brujos y hechiceros del Diablo. Han cambiado
la Biblia por una bola de cristal. Con frases como: “tengo una palabra de Dios
para ti”, mienten a las personas. En algunas partes les hablan al oído
generalidades de la vida y los feligreses piensan que es la voz de Dios
susurrándoles. Muchos acuden a ellos con el fin de saber lo que Dios les deparará en el futuro. Lo que
sí se puede augurar sin ser adivino es que saldrás de la supuesta iglesia con
los bolsillos vacios. Te están estafando: “…hablan visión de su propio corazón,
no de la boca de Jehová” Jer. 23:16.
Lo verdaderos
profetas fueron portavoces de Dios, mensajeros que recibían mandamientos,
revelaciones y profecías de parte de Él. Desde Moisés, pasando por Samuel y Elías,
hasta Agabo en el nuevo testamento, todos ellos (La Biblia menciona más de 40)
cumplieron una labor importante: “edificados sobre el fundamento de los apóstoles
y profetas” Ef. 2:20; “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras
en otro tiempo a los padres por los profetas, es estos postreros días nos ha
hablado por el Hijo…” Hebreos 1:1-2.
Segunda de Pedro
nos exhorta, no buscar profetas que nos hablen, sino todo lo contrario a cuidarnos
de los falsos profetas que van detrás de dinero “y por avaricia harán
mercadería de vosotros con palabras fingidas…” 2P. 2:3. Tengamos la Biblia como la palabra profética
más segura a la cual debemos estar atentos como a una antorcha. Hoy en día la
profecía son las palabras escritas en la Biblia, las cuales son para
edificación, exhortación y consolación.
En el Antiguo
testamento cuando un profeta anunciaba algo y no se cumplía moría apedreado, no
había margen de error, si esto aplicará para nuestros días los linchamientos
serían a diario. Cuidado puedes estar equivocado oyendo no a un profeta de Dios
sino a un agorero del Diablo: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad
los espíritus si son de Dios; porque muchos
falsos profetas han salido por el mundo” 1. Jn. 4:1, el texto no dice
pocos, dice muchos…