jueves, 5 de diciembre de 2013

MEGAHEREJES EN BUSCA DE TU DINERO



Presumen ser una iglesia cristiana, cantan, saltan y alaban, se ven gozosos, de pronto los gritos del falso apóstol  irrumpen asegurando enfáticamente tener el mover profético del Espíritu Santo. De repente una taza con harina es traída a la tarima, la gente se acerca con sus billeteras abiertas, todos están felices de que el megahereje llene con harina sus carteras y billeteras declarándoles su futura prosperidad.

Los megaherejes se han diseminado por todo el mundo con su multiplicidad de engaños. En Honduras un pastor dice haber resucitado más de 500 muertos. En la florida una profetiza hace que los billetes hablen. En Guatemala alguien adula haber olido la sangre de Cristo. En Colombia una asociación le celebra el cumpleaños a Jesucristo. Un pastor venezolano convierte agua en vino y hace que llueva del cielo polvo de oro. Una iglesia en Hermosillo México cree que el Espíritu santo es una señora y le cantan como si fuera la madre celestial, la mujer perfecta. En otra iglesia en Mexico reparten chicles que al masticarlos traen sanidad. Muchos de estos dicen traer unción por medio de rociar leche, agua desde una manguera o golpeando con una chaqueta.

El apóstol Pablo advirtió que después de su partida vendrían lobos rapaces que no perdonarían el rebaño (Hch. 20:29). Estos lobos, han construido mansiones, vuelan en sus jets privados, toman el sol en sus yates, se bañan en un jacuzzi y cenan a la carta; todo gracias al dinero que reciben de sus feligreses.

Un Megahereje se distingue por: tomar la piedad como fuente de ganancia (1 Ti. 6:5), servir a sus propios vientres (Ro. 16:18), disfrazarse como apóstoles de Cristo (2 Co. 11:13), tratar de agradar a los hombres (Gá. 1:10), enseñar con filosofías, huecas sutilezas, fábulas, genealogías interminables, palabras fingidas y persuasivas (Col. 2:8, 1.Ti 1:4, 1Co. 2:4), alabarse a sí mismos (2Co. 10:18), poseer un poder engañoso (2 Ts. 2:11), enseñar por ganancia deshonesta (Tit. 1:11), hacer mercadería con la gente (2P. 2:3), tener doctrina de demonios (1Ti. 4:5), creerse doctores (1Ti. 1:7), perseguir un evangelio diferente (Gá. 1:6), codiciar oro y plata (Hch. 20:30), predicarse a ellos mismos (2Co. 4:5), no buscar a sus feligreses sino lo que ellos tienen (2 Co. 12:14), ser ladrones asalariados (Jn. 10:12), ambicionar siempre el primer lugar (3 Jn. 9), entrar a las iglesias encubiertamente (Jud. 4), hablar cosas infladas (Jud. 16), ser sensuales y burladores (Jud. 18,19),  tener adivinación mentirosa (Ez.13), etc, etc.

Todos regresan a sus casas con sus billeteras vacías y sucias por la harina que les echaron. Creen que los pactos, promesas y decretos recibidos por parte de los megaherejes se harán efectivos, pero al pasar de los días la desilusión será cada vez mayor; todo por un desconocimiento de las escrituras: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento…” Os. 4:6.


Cuida tu bolsillo porque los megaherejes no son apóstoles ni ministros de Cristo, van en busca de tu dinero; así que huye de todo deseo de enriquecerse: “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.” 1 Ti. 6:15.

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