martes, 2 de diciembre de 2014

ELEVE SU AUTOESTIMA


Hace tiempo fue famosa una canción infantil que muchos entonaron: “Que bonito soy qué bello soy como me quiero, hay que bonito soy como me adoro soy tan bello, tan hermoso y todos me quieren abrazar”. Este corito a muchos elevo la imagen, el aprecio, la valoración y el amor propio que cada uno tenía de sí mismo, logró incrementar la autoestima.

Los psicólogos enseñan: “quiérete, ámate, sonríete, cuídate, valórate, perdónate, supérate”. Dos libros se titulan: “Autoaceptación el lenguaje del poder personal” y “enamórate de ti mismo”. Motivadores hacen maratones de autoestima. Un pastor predica: “por la falta de estima nos cuesta creer que Dios nos puede bendecir”. Otro pastor para mejorar la baja autoestima de sus feligreses les aconseja aplicar: “autoaceptación, autovaloración, autosuperación, autoreconocimiento y autorespeto”. Una iglesia tiene como lema: “descubre el campeón que hay en ti”. En otras palabras psicólogos, motivadores, escritores y pseudopastores están enseñando lo mismo… pero la Biblia no.

Aumentar la autoestima es encumbrar el orgullo, el ego, la altivez, el endiosamiento, la presunción, la arrogancia, la petulancia, el egoísmo, la vanidad y la apariencia; todo con el fin de saciar una sed personal y darse placer en todo cuanto la carne busca. Martin Lutero dijo: “un hombre que viene a Dios, debe caracterizarse por un aborrecimiento propio”. Es una mentira que debemos sacar el gran potencial que hay en nosotros; más bien, lo que debemos hacer es arrepentirnos del gran caudal de pecados que tenemos. El pastor Paul Washer enseña: “El problema del hombre no es la falta de autoestima, el problema del hombre es que tiene un problema con Dios por causa de su pecado”, y además resalta: “Cuando Jesucristo dijo en Mateo 22 amarás a tu prójimo como a ti mismo; estas palabras significaban, de la manera excesiva que te amas, del mismo modo hazlo con el prójimo.

¿Debo ser el primero? “Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros” Mt. 20:16. ¿Debo aumentar mi estima? “…Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación” Ro. 12:3. ¿El ser excelente está en mí? “Para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” 2Co. 4:7. ¿Debo amarme a mí mismo? “…vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos” 2Ti.3:1-2. ¿Debe mi interior crecer cada día? “Es necesario que él crezca, pero que yo mengue” Jn. 3:30. ¿Debo confiar en mí mismo? “Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás” Lc. 18:19. ¿Debo ser un campeón? “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” Fil. 3:8. ¿Debo ser exitoso? “porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades…” 2Co. 12:9.

A medida que crece la autoestima, al mismo tiempo estarás nutriendo tu amor propio y pareciéndote más al fariseo que menospreciaba al publicano que no quería ni aun alzar sus ojos al cielo. Eleve su autoestima y se acercará al infierno, niéguese a sí mismo y se acercará a el cielo, porque el fin de la autoestima es la adoración de sí mismo. Jesucristo dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” repitámoslo otra vez: “NIEGUESE A SI MISMO” Lc. 9:23.