Un domingo una persona entra
a una iglesia y se dispone a oír la exposición de la palabra. El pastor dice: “abran
sus Biblias en Lucas 15, la parábola del hijo pródigo”. Esta persona arruga un
poco el rostro y piensa para sí: “ya la conozco, ya me la han predicado cientos
de veces”. Decide salirse de la iglesia y no oír el sermón.
El siguiente domingo esta
misma persona acude a otra iglesia. Al iniciar la predicación el supuesto pastor
con traje yves saint Laurent y voz elocuente expresa: “El señor te quiere
llevar a un nuevo nivel” “estamos entrando en una atmosfera espiritual” “hay
una nueva dimensión económica para tú vida”. La gente aplaude. La persona
piensa: “guau, algo nuevo que quería oír”.
Oír algo nuevo en la iglesia
parece ser la demanda del mercado. Desde luego será la oferta ofrecida desde
los pulpitos. Es que el ser humano no ha cambiado. Sigue estando lleno de
concupiscencias. Las mismas características tenían los atenienses: “en ninguna otra cosa se interesaban sino
en decir o en oír algo nuevo. Hch.
17:21b”.
Los
atenienses y extranjeros residentes se distinguían por su curiosidad. Prestos estaban
y atentos a oír la última novedad intelectual o espiritual. El apóstol Pablo
los llama religiosos y supersticiosos Hch.17:22. En este celo religioso los
atenienses no dejaban por fuera de su culto a los dioses ignotos. Tenían ellos
varios altares con la inscripción “AL DIOS NO CONOCIDO”. Pablo deseaba proclamarles uno que no habían oído,
creador de todas las cosas, que no habita en templo hechos por manos humanas
Hch. 17:24.
¿Hay
ansia y sed por oír cosas novedosas en las iglesias? La respuesta es un sí
rotundo. ¿Se enseña al Dios de la Biblia en las iglesias? La respuesta queda
abierta. En nuestros días se predica a un dios que más bien parece rueda de la
fortuna, un dios imaginario, un dios al estilo Hollywood, un dios invisible, un
dios de ficción o un dios humano. La Peor forma de idolatría es hacernos un
dios conforme a nuestros propios deseos y luego adorarlo.
Cuidémonos
de oír fuentes de enseñanzas que no adoran al Dios de la Biblia. La ambrosia
que en la actualidad se oye puede resultar siendo un veneno mortal.
Porque
vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán
maestros conforme a sus propias concupiscencias. 2Ti. 4:3
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