sábado, 6 de julio de 2013

APARIENCIA


Un día un joven llamado Narciso se acerco a un arroyo a beber agua a causa de su sed. Cuenta la historia que al mirarse fijamente a las aguas quedo fascinado y perplejo por su belleza. No se atrevió a beber agua por miedo a dañar su imagen. Fue incapaz de dejar de observar su apariencia. Murió finalmente contemplando su reflejo. Su cuerpo se fue consumiendo para terminar convertido en la flor narciso, una flor tan hermosa como maloliente. Según la mitología griega Némesis (diosa de la venganza) hizo que se enamorará de su propia imagen reflejada en el arroyo por haber despreciado el amor de muchas jóvenes.
En la mitología helénica existió un solo Narciso. En la actualidad existen millones de Narcisos y Narcisas. La apariencia externa se ha convertido en lo más importante en la vida de muchas personas.  Solo en la ciudad de Medellín se registraron 6000 cirugías estéticas el año pasado. Colombia ocupa el tercer lugar en operaciones de este tipo en Latinoamérica. Pero lo que las personas desconocen es que  7 de cada 10 cirugías estéticas deben corregirse. Solo en Bogotá la secretaria de Salud ha recibido 2500 denuncias por deficiencias en cirugías plásticas. Según un informe de ASAPS (American Society for Aesthetic Plastic Surgery), el porcentaje de fallecimientos es una persona de cada 5000.

La palabra griega Fílautos (filos=amor, auto=yo mismo) recobra vigencia en estos días. El apóstol Pablo la utiliza en 2 Timoteo 3:2 “Porque vendrán hombres amadores de sí mismos...”, dicha palabra es usada solo en una ocasión en el Nuevo Testamento, pero es clara y contundente; avizoraba lo que hoy vemos en la humanidad, un mundo lleno de egocentrismo.
Lo increíble no es ver a hombres y mujeres naturales realizándose una rinoplastia o mamoplastia, obsesionados por la vigorexia y ortorexia, llenos de engreimiento; sino ver iglesias secularizadas donde pastores y miembros (tanto hombres como mujeres) son atraídos por las cirugías plásticas, con el objetivo de mantener una imagen atractiva. Movidos por la idolatría a su exterior. ¿Serán verdaderas ovejas o cabras maquilladas?
Salomón El predicador nos recuerda: “vanidad de vanidades, todo es vanidad”. El libro de Eclesiastés analiza la vanidad como algo fútil y pasajero. Alguien vanidoso solo vive por el hoy y el ahora pero jamás considera el final de sus días. “Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” Stg. 4:14b.
Más adelante El Apóstol Pablo en 2 Timoteo 3:5 enfatiza: “que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”. En otras palabras estas personas no abandonarán la práctica externa del cristianismo, pero su narcicismo elevado a la máxima  potencia será evidente ante los ojos de todos y castigado por Dios sino se arrepienten de sus pecados y creen en el Señor Jesucristo.

“Es verdad que el ejercicio físico ayuda a que todo el cuerpo esté sano, pero es mucho mejor esforzarse por confiar cada vez más en Dios, porque nos hace bien aquí en la tierra y también nos servirá cuando vivamos en el cielo…” 1 Ti. 4:8-9

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