Un día un joven llamado
Narciso se acerco a un arroyo a beber agua a causa de su sed. Cuenta la
historia que al mirarse fijamente a las aguas quedo fascinado y perplejo por su
belleza. No se atrevió a beber agua por miedo a dañar su imagen. Fue incapaz de
dejar de observar su apariencia. Murió finalmente contemplando su reflejo. Su
cuerpo se fue consumiendo para terminar convertido en la flor narciso, una flor
tan hermosa como maloliente. Según la mitología griega Némesis (diosa de la
venganza) hizo que se enamorará de su propia imagen reflejada en el arroyo por
haber despreciado el amor de muchas jóvenes.
En la mitología helénica
existió un solo Narciso. En la actualidad existen millones de Narcisos y Narcisas.
La apariencia externa se ha convertido en lo más importante en la vida de
muchas personas. Solo en la ciudad de
Medellín se registraron 6000 cirugías estéticas el año pasado. Colombia ocupa
el tercer lugar en operaciones de este tipo en Latinoamérica. Pero lo que las
personas desconocen es que 7 de cada 10
cirugías estéticas deben corregirse. Solo en Bogotá la secretaria de Salud ha
recibido 2500 denuncias por deficiencias en cirugías plásticas. Según un
informe de ASAPS (American Society for Aesthetic Plastic Surgery), el
porcentaje de fallecimientos es una persona de cada 5000.
La palabra griega “Fílautos” (filos=amor, auto=yo mismo)
recobra vigencia en estos días. El apóstol Pablo la utiliza en 2 Timoteo 3:2 “Porque
vendrán hombres amadores de sí mismos...”,
dicha palabra es usada solo en una ocasión en el Nuevo Testamento, pero es
clara y contundente; avizoraba lo que hoy vemos en la humanidad, un mundo lleno
de egocentrismo.
Lo increíble no es
ver a hombres y mujeres naturales realizándose una rinoplastia o mamoplastia,
obsesionados por la vigorexia y ortorexia, llenos de engreimiento; sino ver
iglesias secularizadas donde pastores y miembros (tanto hombres como mujeres)
son atraídos por las cirugías plásticas, con el objetivo de mantener una imagen
atractiva. Movidos por la idolatría a su exterior. ¿Serán verdaderas ovejas o cabras
maquilladas?
Salomón El predicador
nos recuerda: “vanidad de vanidades, todo es vanidad”. El libro de Eclesiastés
analiza la vanidad como algo fútil y pasajero. Alguien vanidoso solo vive por
el hoy y el ahora pero jamás considera el final de sus días. “Porque ¿qué es
vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y
luego se desvanece” Stg. 4:14b.
Más adelante El
Apóstol Pablo en 2 Timoteo 3:5 enfatiza: “que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos
evita”. En otras palabras estas personas no abandonarán la práctica externa del
cristianismo, pero su narcicismo elevado a la máxima potencia será evidente ante los ojos de todos
y castigado por Dios sino se arrepienten de sus pecados y creen en el Señor
Jesucristo.
“Es verdad que el
ejercicio físico ayuda a que todo el cuerpo esté sano, pero es mucho mejor
esforzarse por confiar cada vez más en Dios, porque nos hace bien aquí en la
tierra y también nos servirá cuando vivamos en el cielo…” 1 Ti. 4:8-9
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