miércoles, 10 de julio de 2013

¿PASTORES O ENCANTADORES?


En países como la India o Marruecos es común encontrar los llamados encantadores de serpientes, hombres vestidos con un colorido turbante, quienes hacen sus espectáculos por dinero. Cada encantador utiliza un promedio de 7 serpientes por año, a pesar que dicha actividad se encuentra prohibida por el gobierno. El espectador puede observar a grandes víboras danzar de un lado a otro al ritmo de las notas hipnóticas de una rústica flauta.

Este oficio legendario de la India parece que se ha esparcido por todo el mundo. Los pulpitos en las iglesias se han llenado de encantadores que se hacen llamar pastores. Es común ver a algunos de ellos golpeando con su chaqueta a sus feligreses para que reciban la unción. Otros recogiendo prendas de vestir para orar por ellas y así sanar enfermos. Hay quienes alardean haber olido la sangre de Jesucristo. Uno más osado con su retorica dice haber estado en el cielo y el infierno para luego promocionar su CD por $15. Otro cuenta que el Espíritu Santo le movió el horario de un partido de futbol para alcanzar a verlo. Algunos se ufanan por su carisma y se presentan como el evangelista que ha impactado a millones en el mundo. Muchos parecen empresarios organizando eventos desde $20 hasta $1000 (dependiendo si es VIP o un Palco). Decenas de ellos se han divorciado y vuelto a casar dos y  hasta tres veces. Uno de los más excéntricos, predica en circos y al final termina no con una oración sino con un acto de magia. Es increíble ver a la gente corriendo hasta las tarimas para darles su dinero a cambio de un milagro. Solo nos resta por ver a uno de estos falsos apóstoles cayendo desde el cielo en un paracaídas.

Estando Jesús sentado en el monte de los olivos, sus discípulos le preguntan por el final de los tiempos; es curioso que su primera respuesta fue: “Mirad que nadie os engañe” Mt. 24:4. La palabra engaño viene del griego “planao” y su variedad de  significados en español son como advertencias a nuestros oídos: desorientar, errar, desviar, extraviar, descarriar, seducir. El engaño más grande es no recibir la verdad para ser salvos: “y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” 2 Ts. 2:10. Las consecuencias son el juicio soberano y divino de Dios enviando un poder engañoso: “Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira” 2 Ts. 2:11. Estas personas que acuden a los encantadores de iglesias no son victimas sino amadores de sus propios deseos: “se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” 2 Ti. 4:3b.

El espectador que observa al encantador de serpientes no conoce la realidad de lo que sucede. La cobra por ejemplo cuando sigue el movimiento oscilatorio de la flauta, lo hace porque la considera peligrosa, en ningún momento está hipnotizada, todo el tiempo se encuentra atenta a cualquier objeto que se le mueva al frente.

Como cristianos es un deber estar atentos (actitud bereana – Hch 17:10-11) de las enseñanzas que en estos tiempos peligrosos se están dando; no permitiendo que encantadores nos hipnoticen la mente, sino discerniendo y congregándonos en iglesias de sana doctrina donde exista un verdadero pastor: “que explica correctamente la palabra de verdad” 2 Ti. 2:15b.

Mirad que nadie os engañe. Muchos no son pastores… son… ENCANTADORES.

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