En países como la India o
Marruecos es común encontrar los llamados encantadores de serpientes, hombres
vestidos con un colorido turbante, quienes hacen sus espectáculos por dinero.
Cada encantador utiliza un promedio de 7 serpientes por año, a pesar que dicha actividad
se encuentra prohibida por el gobierno. El espectador puede observar a grandes
víboras danzar de un lado a otro al ritmo de las notas hipnóticas de una
rústica flauta.
Este oficio legendario de la
India parece que se ha esparcido por todo el mundo. Los pulpitos en las
iglesias se han llenado de encantadores que se hacen llamar pastores. Es común
ver a algunos de ellos golpeando con su chaqueta a sus feligreses para que
reciban la unción. Otros recogiendo prendas de vestir para orar por ellas y así
sanar enfermos. Hay quienes alardean haber olido la sangre de Jesucristo. Uno
más osado con su retorica dice haber estado en el cielo y el infierno para
luego promocionar su CD por $15. Otro cuenta que el Espíritu Santo le movió el
horario de un partido de futbol para alcanzar a verlo. Algunos se ufanan por su
carisma y se presentan como el evangelista que ha impactado a millones en el
mundo. Muchos parecen empresarios organizando eventos desde $20 hasta $1000
(dependiendo si es VIP o un Palco). Decenas de ellos se han divorciado y vuelto a casar dos y hasta tres
veces. Uno de los más excéntricos, predica en circos y al final termina no con
una oración sino con un acto de magia. Es increíble ver a la gente corriendo
hasta las tarimas para darles su dinero a cambio de un milagro. Solo nos resta
por ver a uno de estos falsos apóstoles cayendo desde el cielo en un
paracaídas.
Estando Jesús sentado en el
monte de los olivos, sus discípulos le preguntan por el final de los tiempos;
es curioso que su primera respuesta fue: “Mirad que nadie os engañe” Mt. 24:4.
La palabra engaño viene del griego “planao” y su variedad de significados en español son como advertencias
a nuestros oídos: desorientar, errar, desviar, extraviar, descarriar, seducir.
El engaño más grande es no recibir la verdad para ser salvos: “y con todo
engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor
de la verdad para ser salvos” 2 Ts. 2:10. Las consecuencias son el juicio
soberano y divino de Dios enviando un poder engañoso: “Por esto Dios les envía
un poder engañoso, para que crean la mentira” 2 Ts. 2:11. Estas personas que
acuden a los encantadores de iglesias no son victimas sino amadores de sus
propios deseos: “se amontonarán maestros conforme a sus propias
concupiscencias” 2 Ti. 4:3b.
El espectador que observa al
encantador de serpientes no conoce la realidad de lo que sucede. La cobra por
ejemplo cuando sigue el movimiento oscilatorio de la flauta, lo hace porque la
considera peligrosa, en ningún momento está hipnotizada, todo el tiempo se
encuentra atenta a cualquier objeto que se le mueva al frente.
Como cristianos es un deber
estar atentos (actitud bereana – Hch 17:10-11) de las enseñanzas que en estos
tiempos peligrosos se están dando; no permitiendo que encantadores nos
hipnoticen la mente, sino discerniendo y congregándonos en iglesias de sana
doctrina donde exista un verdadero pastor: “que explica correctamente la
palabra de verdad” 2 Ti. 2:15b.
Mirad que nadie os engañe. Muchos
no son pastores… son… ENCANTADORES.
No hay comentarios:
Publicar un comentario