Cuando niño me
enseñaron un coro y su letra todavía yace en mi corazón: “Domingo siento gozo,
lunes continuará, el martes siento paz que nada me quitará, el miércoles y el
jueves camino con Jesús, el viernes veo su gloria y el sábado su luz”.
Lamentablemente algunas denominaciones me cambiaron el énfasis de los días en
la canción y ahora la entonan así: “Domingos de sanidades, lunes de milagros
financieros, martes de pactos, miércoles de sanidad interior, jueves de
peregrinación a Jerusalén, viernes de talento y sábados de explosión”. ¿Qué les
sucedió a las denominaciones?
Todo lo
modificaron: A la predicación ahora se le llama conferencia, al templo mega
auditorio, a las oraciones decretos, a las alabanzas conciertos, al atril
pódium, al pastor “el ungido”, a la adoración sanidad interior y a las ofrendas
pactos. Los himnos que antes se cantaban ahora más parecen canciones románticas
en donde no se nombra a Jesucristo, a los miembros ya no se les dice hermanos sino
campeones, los sermones son motivaciones psicológicas, las sillas fueron
cambiadas por sofás para atraer la clientela, las luces y el humo lo importaron
de las discotecas y el sonido de las minitekas. ¿Son verdaderas iglesias?
No. No lo
son. Más bien parecen clubes, empresas,
corporaciones, organizaciones o asociaciones. Las llaman iglesias
contemporáneas, a veces emergentes. Estos grupos fueron concebidos en el
corazón, en los sueños y en la ambición de personas pero jamás en la voluntad
de Dios. Algunas personas piensan que son la iglesia de Cristo por lo
esplendorosas y gigantescas. Pero nunca el tamaño de un ministerio será la
prueba de que sea un portador de la verdad. Fue Charles Spurgeon quien aconsejó:
“Preocúpate más por un grano de fe que por una tonelada de emociones”. Son
precisamente las emociones las que arrastran a las personas en busca de lo
novedoso y espectacular. ¿Entonces en realidad que son estos grupos?
“Estos son
fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más
densa oscuridad está reservada para siempre” 2 Pedro 2:17. La característica
principal de una falsa denominación es la deshidratación espiritual de sus
miembros. Una fuente sin agua solo trae consigo almas sedientas. Las nubes
empujadas por la tormenta dejan a la tierra totalmente seca por falta de
lluvia. Solo Jesús provee la hidratación que todo ser humano necesita para
alcanzar la salvación: “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá
sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que
salte para vida eterna” Juan 4:14.
Por otra parte sí
hay denominaciones bibliocéntricas con las siguientes características:
reconocen que es Jesucristo quien edifica su iglesia: “…y sobre esta piedra
edificaré mi iglesia…” Mateo 16:18. Siendo Cristo la cabeza: “…crezcamos en todo en
aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,” Efesios. 4:15.
Dándole 4 características distintivas a la iglesia: gloriosa, sin mancha, sin
arruga y santa (Efesios. 5:27). Con instrucciones claras: “Y perseveraban en la
doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del
pan y en las oraciones” Hechos 2:42. Con una predicación bíblica: “Pero tú habla
lo que está acuerdo con la sana doctrina” Tito 2:1. Sumándole una liturgia
bíblica: “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos
espirituales…” Efesios. 5:19. Un verdadero organismo vivo: “LA IGLESIA DE
JESUCRISTO”.
¿Tomarías agua
de un vaso que se encuentra limpio por fuera y sucio por dentro? ¿Seguirás
acudiendo a las fuentes sin agua?
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