Evander Hollyfield fue un
boxeador famoso por sus títulos y por la mordida que le propino en la oreja
Mike Tyson en un ring de boxeo. El estado del corazón de Hollyfield lo hizo
acudir a una campaña de sanidad, donde
le declararon que el señor se lo estaba recuperando. En agradecimiento el
boxeador ofrendo al pastor un cuarto de millón de dólares. Días después la
clínica determinó que el boxeador había sido mal diagnosticado y que nunca
había tenido una afección cardiaca.
Curanderos y formas de sanar
hay por todas partes. Unos dicen tener el don de sanidad. Otros ungen con
aceite, pomadas o saliva. Algunos piden pañuelos para orar o tocan la frente del
enfermo para impartir sanidad. Varios piden pactos de adelanto para que la
sanidad sea realidad. Los más pomposos realizan multitudinarios shows
televisivos por medio de los cuales se puede recibir un milagro vía satélite. Son
millones los engañados, defraudados y aún enfermos. Satanás dijo: “Piel por
piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.” Job. 2:4. Las enfermedades
conducen a las personas a hacer cosas
irracionales, como por ejemplo gastar todo su dinero (Mr. 5:26).
Willian Nolen, un médico, en
su libro titulado: “Sanidad, un doctor en busca de un milagro” explica que debe
distinguirse entre enfermedades funcionales (por ejemplo dolor en un brazo) y
enfermedades orgánicas (por ejemplo un brazo amputado). El Dr. Nolen hizo
seguimiento a enfermos supuestamente sanados en campañas carismáticas y
encontró que la sugestión los hacía pensar que estaban sanos, ósea una sanidad
sintomática, imaginaria y pasajera, pero los enfermemos con miembros amputados,
con cáncer o paralíticos, su dolencia continuaba o morían. Después de visitar a
muchos enfermos aparentemente sanos el Dr. Concluyó: “ni una de las llamadas
sanidades es legítima”.
Es Tiempo de responder
algunas preguntas que estarán pasando por su mente:
¿Por
qué nos enfermamos? La enfermedad y la muerte han abatido y
conquistado a todos como consecuencia de la caída y entrada del pecado a la
humanidad: “como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres...” Ro. 5:12.
¿Está
vigente el don de sanidad? No, No hay una sola persona con este
don apostólico el cual fue necesario en el primer siglo hasta que las
Escrituras se completaron. Hebreos 2:3-4 declara que el mensaje de salvación
fue confirmado con señales y milagros. Muchos pastores al mejor estilo de los
chamanes dicen tener este don, pero jamás se les ve empleándolo en hospitales.
¿La
expiación suministro sanidad física? Si, Jesucristo pago por
nuestros pecados y sus consecuencias, solo que este beneficio será completo en
la eternidad: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá
muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor...” Ap. 21:4.
¿Cómo
explicar entonces Isaías 53 cuando dice que por su llaga fuimos nosotros
curados? El profeta está mencionando principalmente en este
pasaje la sanidad espiritual ya que el contexto habla de rebeliones y pecados.
También parte del pasaje fue un cumplimiento profético acerca de las sanidades
que hizo Jesús aquí en la tierra: “para que se cumpliese lo dicho por el
profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó
nuestras dolencias.” Mt. 8:17.
¿Qué
acerca de las campañas de sanidad, unción y milagros? Son
espectáculos cuyo fin es más monetario que evangelístico. Cuando una persona se
convierte a Cristo es porque se ha arrepentido de sus pecados y no por ver
señales o un milagrito: “…muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que
hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos…” Jn. 2:23-24.
¿Es
norma que los cristianos vivamos sanos todo el tiempo? No,
un ejemplo de ello fueron las enfermedades sufridas por Trófimo (2Ti. 4:20),
Epafrodito (Fil. 2:27) y Timoteo (1Ti. 5:23). Inclusive el apóstol pablo
escribió: “¿Quién enferma, y yo no enfermo?” 2Co. 11:29.
¿Cómo
entender Juan 14 cuando Jesús dijo: “todo el que crea en mí hará las mismas
obras que yo he hecho y aún mayores”? Los apóstoles hicieron
obras y milagros similares a los hechos por Jesús, pero no mayores; es claro
que el pasaje trata de la mayor obra, la conversión de pecadores: “y mayores
obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. Porque como
el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que
quiere da vida.” Jn 5:20-21.
¿Dejaremos
de enfermarnos los cristianos? Si, cuando muramos y
nuestro cuerpo sea glorificado no habrá más cáncer ni más gripa: “el cual
transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al
cuerpo de la gloria suya…” Fil. 3:21.
¿Sana
Dios en la actualidad? Si, conforme a su voluntad, para
manifestar su gloria y sus propósitos: “…Jesús, dijo: Esta enfermedad no es
para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea
glorificado por ella” Jn. 11:4. Puede que Dios lo sane milagrosamente, o través
de un tratamiento médico; sino, estará con usted en medio de la dolencia.
¿Existen
métodos bíblicos para impartir sanidad? Métodos no, principios si: 1. Ora por tu salud: “Por nada estéis
afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda
oración y ruego, con acción de gracias.” Fil. 4:6. 2. Llama a los ancianos en tu iglesia: “¿Está alguno enfermo entre
vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con
aceite en el nombre del Señor.” Stg. 5:14. 3.
Vaya al médico y siga sus instrucciones como providencia de Dios: “Y había
dicho Isaías: Tomen masa de higos, y pónganla en la llaga, y sanará.” Is.
38:21.
¿Qué
hacer si un médico le dice que tiene cáncer y es poco lo que se puede hacer? Algunas
veces Dios es glorificado cuando un cristiano sufre, se enferma o es perseguido
y a pesar de las circunstancias mantiene su fe, su fidelidad, da adoración a
Dios y habla a otros de lo maravilloso que es Dios, basta recordar a Job. En
muchas ocasiones Dios usará la prueba para santificarlo y conformarlo a la
imagen de Cristo y un día lo llevará al cielo. Confíe en las promesas de Dios:
“…ya sea que vivamos o que muramos, del Señor somos” Ro. 14:8.
Todos moriremos algún día y
sabremos que es estar “sano siempre sano”.
Ojala nuestra muerte tenga un tinte parecido a la del apóstol Pedro, que
glorifique a Dios: “De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te
ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos,
y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios.
Y dicho esto, añadió: Sígueme.” Jn. 21:18-19.
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