domingo, 1 de febrero de 2015

UN LAMENTO EN EL MURO DE LOS LAMENTOS



Un viaje o un recorrido por motivos religiosos es una peregrinación.  Se visitan santuarios, catedrales, abadías, montes, cruces, estatuas; en fin lugares sagrados con el propósito de profesar una fe, expiar pecados, recibir bendiciones, hacer peticiones o como agradecimiento.

Los budistas visitan en la India Bodh Gaya, sitio donde Buda alcanzó el nirvana. Los ortodoxos acuden al monte Athos en Grecia, donde María le pidió a Jesús que hiciera de allí un jardín. Para el Hinduismo es importante ir a Varanasi, porque todo aquel que muera cerca queda libre del ciclo de reencarnaciones. Millones de musulmanes viajan a la ciudad natal de Mahoma, La Meca, cuya peregrinación inicia dando siete vueltas alrededor de su templo. Los católicos romanos son campeones en idolatría, hacen de cualquier sitio o imagen un centro de peregrinaje y adoración, los lugares que más visitan en el mundo son la basílica de san Pedro y el templo de Guadalupe.

“Tres veces cada año aparecerá todo varón tuyo delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere…” Dt.16:16. Los judíos hacían procesión en tres grandes fiestas: La pascua, el pentecostés y los tabernáculos. Algunos salmos son cánticos de ascenso en su peregrinar: “Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos” Sal. 122:6; en este versículo “la casa de Jehová” es una expresión que se emplea del tabernáculo. Después el Tabernáculo fue reemplazado por el templo de Jerusalén construido por Salomón. Hoy es el muro de los lamentos un sitio de peregrinaje y todo lo que queda  del segundo templo de Jerusalén construido por Herodes el Grande, demolido por Roma y que sustituyo el de Salomón.

El postmodernismo ha hecho que en supuestas iglesias su principal visión sea enviar peregrinos a Israel. En la actualidad en numerosos templos se ora diciendo que este año nuestros ojos vean a Jerusalén, hacen peticiones en papelitos para ser enviadas al muro de los lamentos, realizan danzas, obras de teatro y celebraciones de fiestas judías; todo con el propósito de promocionar sus agencias de viaje y su turismo a Tierra Santa. Todo un negocio bien montado que genera cuantiosos dólares de ganancia y el aprovechamiento de muchos líderes y pastores que viajan gratis a merced de los créditos bancarios adquiridos por sus feligreses.

Los Samaritanos adoraban en el monte Gerizim, donde se podía vislumbrar Siquem, sitio en el cual Abraham construyo su primer altar, y los judíos lo hacían en Jerusalén. La mujer Samaritana tiene una duda: “Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.” Jn. 4:20; para aquellos que piensan que la mejor adoración y bendición es peregrinando a Jerusalén, aquí está la respuesta de Jesús: “Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.” Jn. 4:21. El lugar no es lo importante, porque lo que el Padre está buscando no son santuarios sino adoradores en espíritu y verdad.

Para la iglesia de Cristo no es un mandamiento peregrinar a Jerusalén, más bien es una ordenanza predicar a Cristo hasta lo último de la tierra y anhelar ver descender del cielo la nueva Jerusalén descrita en apocalipsis 21. Si tienes la posibilidad de conocer Israel sin endeudarte tu ni endeudar a otros, y sin dejar de proveer para tu familia, puedes hacerlo; de lo contrario las deudas harán que tengas un lamento en el muro de los lamentos. 

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