Un viaje o un recorrido por
motivos religiosos es una peregrinación.
Se visitan santuarios, catedrales, abadías, montes, cruces, estatuas; en
fin lugares sagrados con el propósito de profesar una fe, expiar pecados,
recibir bendiciones, hacer peticiones o como agradecimiento.
Los budistas visitan en la
India Bodh Gaya, sitio donde Buda alcanzó el nirvana. Los ortodoxos acuden al
monte Athos en Grecia, donde María le pidió a Jesús que hiciera de allí un
jardín. Para el Hinduismo es importante ir a Varanasi, porque todo aquel que
muera cerca queda libre del ciclo de reencarnaciones. Millones de musulmanes
viajan a la ciudad natal de Mahoma, La Meca, cuya peregrinación inicia dando
siete vueltas alrededor de su templo. Los católicos romanos son campeones en
idolatría, hacen de cualquier sitio o imagen un centro de peregrinaje y
adoración, los lugares que más visitan en el mundo son la basílica de san Pedro
y el templo de Guadalupe.
“Tres veces cada año
aparecerá todo varón tuyo delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere…” Dt.16:16. Los judíos hacían procesión
en tres grandes fiestas: La pascua, el pentecostés y los tabernáculos. Algunos
salmos son cánticos de ascenso en su peregrinar: “Yo me alegré con los que me
decían: A la casa de Jehová iremos” Sal. 122:6; en este versículo “la casa de
Jehová” es una expresión que se emplea del tabernáculo. Después el Tabernáculo
fue reemplazado por el templo de Jerusalén construido por Salomón. Hoy es el
muro de los lamentos un sitio de peregrinaje y todo lo que queda del segundo templo de Jerusalén construido
por Herodes el Grande, demolido por Roma y que sustituyo el de Salomón.
El postmodernismo ha hecho
que en supuestas iglesias su principal visión sea enviar peregrinos a Israel.
En la actualidad en numerosos templos se ora diciendo que este año nuestros
ojos vean a Jerusalén, hacen peticiones en papelitos para ser enviadas al muro
de los lamentos, realizan danzas, obras de teatro y celebraciones de fiestas
judías; todo con el propósito de promocionar sus agencias de viaje y su turismo
a Tierra Santa. Todo un negocio bien montado que genera cuantiosos dólares de
ganancia y el aprovechamiento de muchos líderes y pastores que viajan gratis a
merced de los créditos bancarios adquiridos por sus feligreses.
Los Samaritanos adoraban en
el monte Gerizim, donde se podía vislumbrar Siquem, sitio en el cual Abraham
construyo su primer altar, y los judíos lo hacían en Jerusalén. La mujer
Samaritana tiene una duda: “Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros
decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.” Jn. 4:20; para
aquellos que piensan que la mejor adoración y bendición es peregrinando a
Jerusalén, aquí está la respuesta de Jesús: “Mujer, créeme, que la hora viene
cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.” Jn. 4:21. El lugar
no es lo importante, porque lo que el Padre está buscando no son santuarios
sino adoradores en espíritu y verdad.
Para la iglesia de Cristo no
es un mandamiento peregrinar a Jerusalén, más bien es una ordenanza predicar a
Cristo hasta lo último de la tierra y anhelar ver descender del cielo la nueva
Jerusalén descrita en apocalipsis 21. Si tienes la posibilidad de conocer
Israel sin endeudarte tu ni endeudar a otros, y sin dejar de proveer para tu
familia, puedes hacerlo; de lo contrario las deudas harán que tengas un lamento en el muro de los lamentos.
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