Como si fuera una película
de cine donde el terapeuta es el actor principal, el actor de reparto es el
paciente y sus imaginaciones las escenas de amor, suspenso, terror y drama;
llamaremos a este film “regresiones diabólicas”.
Por una suma de 100 dólares
y una sesión de 2 horas el pionero de la hipnosis en Colombia le trata sus
problemas de obesidad, tristeza, fobias, alcoholismo, miedos, complejos y
otros; por medio de regresiones hipnóticas, ya sea en su niñez, cuando estuvo
en el vientre de su madre o en vidas pasadas. Ellos no le garantizarán que habrá 100% éxito en la regresión, pero yo si
le garantizo que su bolsillo no verá la regresión de sus 100 dólares.
Muchas denominaciones
evangélicas han adoptado estas prácticas y las han bautizado con los nombres de
“sanidad interior”, “teoterapia” o “regresiones espirituales”; donde el énfasis
es volver a la infancia o adolescencia para superar sus conflictos actuales;
reunirlos en grupos y hacerles retiros o encuentros, ya sea en fincas o
auditorios.
Como resultado de la mezcla entre
el gnosticismo, ocultismo, ateísmo, espiritismo y la adivinación, fue concebida
en la mente del psiquiatra ateo Carl Gustav Jung a principios del siglo XX la
sanidad interior. Jung creía que los demonios eran producto de la imaginación
del hombre, que Dios era el inconsciente
y que la solución a los problemas del hombre estaba en la visualización.
La sanidad interior apela
infructuosamente a los recuerdos del
inconsciente como forma de restaurar el alma del ser humano; pero solo la palabra de Dios consigue
resultados garantizados: “…penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón” He. 4:12. No es bíblico abrir el baúl de los recuerdos sabiendo que: “Engañoso
es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jer.
17:9.
No miremos por el espejo
retrovisor de nuestra vida: “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a
memoria las cosas antiguas” Is. 43:18; miremos hacia adelante: “…pero una cosa
hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante” Fil 3:13; confiando en lo que Dios prometió: “He aquí que yo hago cosa
nueva…” Is. 43:19.
Esta película termina
enseñándonos que Solo Dios brinda soberanamente sanidad (salvación) a los
pecadores que se arrepienten y creen en el evangelio y no en uno falso como el
de las regresiones (Gá.1:9), solo Dios forma nuevas criaturas (2 Co. 5:17); solo
Dios cambia los corazones (Ez. 11:19), solo Dios regenera al pecador (Tit.
3:5).
“Añade: Y nunca más me
acordaré de sus pecados é iniquidades” He. 10:17.
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