Un joven de 18 años siente
temor de perder a su novia, por tal motivo prefiere que ella no salga de su
casa. Una adolescente enfrenta su mayor temor, saber que está embarazada y sus
padres se enterarán. Muchos viven temerosos de los ladrones. ¿Cuál es su mayor
temor?
El temor es una percepción
de angustia ante un peligro real o imaginario, es una intensa sensación de turbación
que nos lleva a hacer cosas irrazonables como llorar, gritar, salir corriendo y
hasta miccionar. El temor conlleva todo tipo de respuestas, como pasar del
heroísmo a la cobardía, de la razón al pánico. Por temor el corazón se acelera
y hasta se detiene. El temor es una emoción que hace parte de la vida. La
Biblia enseña: “El temor de Jehová es aborrecer el mal” Pr. 8:13.
Una encuesta revelo los
temores de las personas: a morir ahogado, a ser sepultado vivo, a estar solo, a
enamorarse, a la muerte, a los ascensores, a los jefes, a las enfermedades, a
los muertos, a la pobreza, a los truenos, a la sangre, a la oscuridad y a todo
tipo de animales.
Cuando el temor se convierte
en algo exagerado lo llamamos fobia. Una fobia es un miedo desproporcionado y
hace que una persona no actué normalmente. Cuando alguien tiene temor a las
alturas decimos que tiene acrofobia, a estar encerrado es claustrofobia y si es
a los animales es zoofobia. La palabra fobia viene del griego “fobos” que se
traduce como temor o miedo y también respeto o reverencia. Muchos versículos
nos brindan confianza en los temores que experimentamos en la tierra: “Jehová
está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” Sal. 118:6
Las personas sufren con
temores y fobias, pero pocos expresan tenerle temor a Dios. Jesucristo dijo en
Lucas 12: “Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de
haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste
temed”. ¿A quién se refiere? A Dios.
El temor de Dios se
ejemplifica en toda la Biblia. Con temor Noé preparó el arca. El ángel de Jehová
le dijo a Abraham cuando iba a sacrificar a su hijo: “conozco que temes a Dios”.
Jehová dijo a Satanás que Job era un
varón “temeroso de Dios”. David dijo: “Tema a Jehová toda la tierra”. El
profeta Nehemías dijo de Hananías: “varón de verdad y temeroso de Dios, más que
muchos”. Después de resucitar Jesús, unas mujeres fueron a visitar el sepulcro,
y al verlo vacio sintieron “temor y gran gozo”. Apocalipsis dice que del trono
de Dios sale una voz que dice: “Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los
que le teméis”.
En una ocasión los
discípulos estaban espantados en medio de una tempestad mientras el Señor
dormía. Jesucristo no tuvo temor a las olas, tampoco a Satanás ni a sus
captores; su temor fue santo: “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo
ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la
muerte, fue oído a causa de su temor reverente” He. 5:7.
Un ladrón busca no ser visto
al momento de cometer un delito. Un cristiano está consciente que Dios todo lo sabe:
“Los ojos de Jehová están en todo lugar…” Pr. 15:3. Si en tu corazón no hay
temor de Dios pídele al Señor que se cumpla conforme a su voluntad el texto del
profeta Jeremías: “y pondré mi temor en el corazón de ellos”. Si en tu corazón
hay temor de Dios, tu santidad acrecentará: “…perfeccionando la santidad en el
temor de Dios.” 2 Co. 7:1 y entenderás que “el temor de Jehová es manantial de
vida…” Pr. 14:27.