Mienten los políticos cuando
hacen sus promesas de campañas, mienten los niños que no quieren ser
castigados, mienten los empleados para no ser amonestados por sus jefes,
mienten los esposos infieles cuando regresan a sus casas, mienten los
estudiantes cuando plagian una tarea, miente la persona que dice estar bajando
de peso y cada vez come más, mienten los que hablan de la importancia del
ahorro y sus deudas se han desaforado. Yo miento, tú mientes, todos mentimos. La
mentira se volvió algo habitual en la forma de hablar de las personas. Fue
Joseph Goebbels mano derecha de Adolfo Hitler quien acuño la frase: “Una
mentira mil veces repetida... se transforma en verdad”. Lo vil es un mentiroso
que se cree sus propias mentiras.
Una persona mentirosa es
aquella que cambia, finge, simula o disfraza la verdad de forma parcial o total
con la esperanza de que le crean. Una de las frases más famosas de la historia fue
dicha por George Washington (primer presidente de los Estados Unidos) quien se auto
declaro como: “the man who couldn’t tell a lie” – “el hombre que no podía
mentir”. Lo que nunca se imaginó era que esa expresión quedaría sembrada como una
de las más grandes mentiras dichas en la humanidad. Pero, ¿Qué dice la Biblia
acerca de la mentira?
La abundancia de versículos
hacen de este tema algo delicado para todos: Dios no miente (Tit. 1:2). Dios
aborrece la mentira (Pr. 6:17). Los mentirosos serán castigados (Pr. 19:5).
Dios destruirá a los mentirosos (Sal. 5:6). Está prohibido mentir (Ef. 4:25). El
noveno mandamiento prohíbe mentir (Ex. 20:16). Satanás es el Padre de la
mentira (Juan 8:44). El lago de fuego está preparado para los mentirosos (Ap.
21:8).
El salmo 116:11 brinda un
dato interesante: “Dije alarmado: Todo hombre es mentiroso”; y por lo tanto
muchos ejemplos bíblicos ilustran tal realidad: La serpiente le mintió a Eva
(Gn. 3:4), Caín a Dios (Gn. 4:9), Abram a Faraón (Gn. 12:13), Sara a Dios (Gn.
18:15), Jacob a Isaac (Gn. 27:19), Los hermanos de José a Jacob (Gn. 37:32),
Los gabaonitas a Josué (Jos. 9:6), Saúl a Samuel (1. S. 15:13), Giezi a Naamán
(2 R. 5:25), Ananías al Espíritu Santo
(Hch. 5:3).
Un autoengaño común en la
vida espiritual es cuando no andamos en Luz. “Si décimos Que tenemos comunión
con Él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la Verdad;” 1 Jn.
1:6. Mentimos si nos llamamos cristianos y seguimos la corriente de este mundo.
Mentimos si no reconocemos nuestros pecados. “Si decimos que no tenemos pecado,
nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” 1 Juan 1:8.
Mentimos si no nos arrepentimos de nuestros pecados. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” 1 Jn.
1:9. Es
urgente que nos divorciemos de la mentira y nos casemos con la verdad.
Si vivió en la tierra un
hombre que no mintió y no fue precisamente George Washington. Su nombre es
Jesucristo “el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” 1P.2:22.
Vino a traernos la verdad “yo soy el camino la verdad y la vida” Jn. 14:6 y a
librarnos del pecado de la mentira “quien llevó él mismo nuestros pecados en su
cuerpo sobre el madero…” 1P. 2:24.
¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.(1Jn 2:22)
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