En una iglesia un hombre
predica acerca del himno nacional de su país, en otra extienden una gigantesca
bandera como señal de amor a su nación, y no falta la que convoca a sus
feligreses a una videoconferencia para hacerles sentir dolor de patria.
Cualquiera que sea la artimaña usada el fin será el mismo, comunicarles a sus
miembros su visión, que su pastor es ahora el candidato político a la alcaldía
de su ciudad, al congreso o cualquier puesto público de su país. Por
consiguiente, prepárense a hacer
campaña, pegar afiches y pintar muros.
Un afán desaforado por la
política atrapa las mentes de muchos líderes supuestamente cristianos; los
resultados hasta ahora de quienes lo han hecho han sido pobres y en muchos
casos una verdadera afrenta de escarnio a la iglesia, en resumen un absoluto
fiasco. Se consideran los redentores de su país en vez de predicar a Jesucristo
como redentor.
Aprovechándose de su influencia y poder, algunos pastores creen ser
el instrumento de Dios y tener la varita mágica que soluciona todos los
problemas de injusticia social de la humanidad. Deducen ellos, si David fue
rey, José vicepresidente y Daniel gobernador, ¿Por qué no puedo ser yo presidente?
La respuesta bíblica es contundente: “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que
lo tomó por soldado.” 2 Ti. 2:4. En otras palabras si eres pastor de verdad no
te enredas en los negocios del mundo, debes dedicarte solo y exclusivamente al
ministerio y su cuidado: “Ustedes deben cuidarse a sí mismos, y cuidar a los miembros de la iglesia de Dios.
Recuerden que el Espíritu Santo los puso
como líderes de la iglesia, para que
cuiden a todos los que Dios salvó por medio de la sangre de su propio Hijo”
Hch. 20:28.
Ezequiel 22 muestra un
pueblo en una anarquía e injusticia absoluta, el verso 30 dice que nadie puede
solucionar dicha problemática: “Busqué entre ellos alguno que levantara un muro
y se pusiera en pie en la brecha delante de mí a favor de la tierra, para que
yo no la destruyera, pero no lo hallé”.
Al Molher enseña: “El nuevo
testamento guarda un silencio sorprendente en cuanto a algún plan para la
acción social o gubernamental. Los apóstoles no lanzaron ningún movimiento de
reforma social. En lugar de esto, predicaron el evangelio de Cristo y plantaron
iglesias basadas en el evangelio. Nuestra responsabilidad es de seguir el
mandato de Cristo y el ejemplo de los apóstoles”. Paul Proctor complementa: “el
buen samaritano no se detuvo a practicar
justicia social… no fue detrás de los ladrones para recuperar las pertenencias
del hombre, vengarse del abuso, arrestarlos y empezar un programa de protección
o recuperación de la pertenencias de los viajeros… eso no era lo que Jesús les estaba enseñando
a sus seguidores con la parábola”. Roger Smalling finaliza: “La caridad
cristiana es un mandato del nuevo testamento, la justicia social NO”.
No debemos creer que los
pastores políticos puedan traer el reino de Dios y su justicia, mucho menos
pensar en lo que su gobierno pueda darnos. Si a tú pastor le pico el gusano de
la política dile de frente: “si eres pastor no eres politico, si eres politico
no eres pastor… y no serás más mi pastor”.